Peleas y conflictos entre niños: ¿Qué no hacer y cómo actuar?

Los niños pelean, discuten, e incluso se pegan… Pero también se reconcilian, se quieren, se adoran… En esta nota se observará el tema de las discusiones, las peleas y los conflictos entre niños, desde el plano de los primeros 6 años de vida, con el enfoque de la filosofía Montessori.

Este es un tema que preocupa muchos a las mamás y es un tema que suele salir a menudo en mis talleres presenciales Montessori en Casa.

En este tipo de ocasiones es frecuente dudar, nos cuesta saber cómo actuar, qué posición tomar, cómo ser justos, cómo apaciguar, como mostrarles el camino de la paz…

Muchas veces se entienden mejor las cosas cuando nos muestran lo que NO deberíamos hacer y creo que este es uno de esos casos. Vamos a ver en primer lugar 5 cosas que no deberíamos hacer ante las peleas y/o conflictos de los niños, después vamos a ver qué papel tomar como adultos, cómo hacer entender al niño la magnitud de sus actos y cómo ayudar a niños que suelen adoptar una posición de inferioridad ante los conflictos. ¿Estás lista/o?

Antes de empezar quiero dejarte una frase de la Dra. Montessori muy inspiradora sobre este tema:

5 COSAS QUE NO DEBERÍAMOS HACER ANTE LAS DISCUSIONES Y/O PELEAS DE LOS NIÑOS

1- Juzgar al que pega: Poner etiquetas a los niños en cualquier sentido es generalizar sus conductas puntuales e incluso normales, de acuerdo a su edad.

Demonizar al niño que pega es hacerle creer que verdaderamente es malo. Si me dicen y me repiten que soy malo/a, acabaré creyendo que realmente lo soy y actuaré como tal.

Como las cosas se entienden mejor con ejemplos prácticos, vamos allá. Un niño pega a otro: “¡Oye! eres malo, no se pega. Te portas muy mal”. Eso es juzgar y generalizar.

2- Dar sentencias: Esto es algo muy típico. Los adultos creemos que, como somos más expertos y vamos más rodados, tenemos derecho a dar sentencias y establecer premios y castigos por cada conducta del niño.

Un ejemplo: Dos niños discutiendo por un objeto. Llega la mamá de uno de ellos y dice “toma cariño, cogelo tu, que ella ya lo ha tenido mucho rato.

Ahora te toca a tí” ¿Por qué damos estas sentencias? Dar sentencias es una forma de impedir que los niños aprendan a solucionar los conflictos por sí mismos.

El que sale perjudicado en la sentencia se siente irremediablemente mal y desarrolla sentimientos negativos hacia el niño/a que sale favorecido porque lo ve como un gesto de predilección por el adulto hacia el otro.

3- Obligar a pedir perdón: Perdón es una simple palabra, y las palabras sin hechos, se quedan vacías. Perdón es la palabra que pone nombre al arrepentimiento.

El perdón es algo más bien diplomático que utilizamos los adultos para reconducir situaciones de conflicto y demostrar nuestro arrepentimiento.

Antes de obligar a un niño a pedir perdón, que al final es sólo una palabra, debemos hacer entender al niño las consecuencias de sus actos para que pueda despertarse en él realmente el sentimiento del arrepentimiento.

Si el niño no entiende la dimensión de sus actos y no observa ninguna consecuencia el perdón carece de sentido para el niño.

Es más, puede suponer un arma de doble filo, pues aprendo que con una palabra enmiendo todos mis actos. Además, recuerda que los niños valoran más su felicidad que su orgullo.

Se pelean pero a los pocos minutos se reconcilian y olvidan sin necesidad de un perdón.

4- Castigar las discusiones y/o peleas: Esto también es algo muy típico y una forma de resolver el conflicto que nos parece muy justa.

“Como os estáis pegando por esta piruleta os quito la piruleta y además os dejo a los dos sin ir al parque para que reflexionéis sobre vuestro acto”.

Los castigos imponen, pero no enseñan. Los castigos funcionan a corto plazo, pero a largo plazo el niño aprende que los conflictos se resuelven de forma autoritaria.

Los niños tienen una mente absorbente y todo lo que vivan en su infancia configurará de una forma u otra su personalidad adulta.

Si queremos adultos capaces de resolver conflictos de forma serena, pacífica, capaces de negociar debemos darles un ejemplo en el que mirarse.

5- Intervenir antes de tiempo: A veces no les damos ni siquiera la oportunidad de resolver los conflictos por sí mismos.

En el parque, mismamente, cuando un niño va a interactuar con otro muchas madres intervienen enseguida sin que ni siquiera se haya producido el conflicto, pero ellas sentencian.

“No cojas la moto al niño que no es tuya”. “No te subas ahí que hay otros niños”. “Trae la bici que te la van a quitar y luego lloras” “Devuelve este juguete que no es tuyo”.

Deberíamos dar oportunidad a los niños de que salgan por sí mismos de sus conflictos y no ver conflictos antes de que se hayan producido. Los niños no son problemáticos pero nosotros les enseñamos con nuestros actos y nuestro ejemplo a ser posesivos.

LA POSICIÓN DEL ADULTO ANTE LOS CONFLICTOS DE LOS NIÑOS

Nuestra posición ante una pelea o una discusión de dos o más niños no debe ser de jueces. Nosotros deberíamos actuar sólo como árbitros, como meros mediadores que fomentan el diálogo e intermedian para que los niños aprendan a negociar pacíficamente respetando turnos, a respetar, a expresar sus sentimientos…

El papel del adulto debería ser arbitrar una negociación posterior al conflicto y tratar de que esta se desarrolle de forma pacífica y respetando turnos.

Se trata de que los niños negocien, expresen sus sentimientos y resuelvan los conflictos por sí mismos.

Igual que el árbitro saca tarjeta roja cuando ve patadas o situaciones comprometidas, los adultos debemos velar siempre por la seguridad de los niños e intervenir en este tipo de situaciones alejándolos primeramente a nivel físico.

Nuestra misión será tratar de buscar la calma de cada uno de ellos, acompañando, escuchando, poniendo nombre a sus sentimientos, empatizando, mirando a los ojos, ofreciendo nuestro cariño, comprendiendo y haciendo entender al niño/a las consecuencias de sus actos.

¿CÓMO LES HAGO ENTENDER LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS?

¿Un besito? ¿Pedir perdón? ¿Cómo les hacemos entender las consecuencias de sus actos? Para que lleguen a comprender que sus actos tienen consecuencias debemos:

1- Poner nombre a los sentimientos de los niños: Tanto a sus propios sentimientos como a los sentimientos del segundo en discordia.

2- Reparar sus actos: La mejor forma de hacer entender al niño/a la magnitud de sus actos es que trate de repararlos. El besito o el perdón no reparan, pero sí que lo podría hacer una tirita. Aunque no haya una herida real las tiritas les pueden ayudar a entender que han producido un daño y hay que repararlo. Así, por ejemplo, si se ha roto un juguete en la pelea pueden intentar arreglarlo.

¿Y SI EL NIÑO SIEMPRE SUELE TENER UNA POSICIÓN DE INFERIORIDAD ANTE LOS CONFLICTOS?

Este es otro de los temas que preocupan mucho a los padres. Hemos visto ya cómo hacer entender las consecuencias de los actos agresivos al niño que ha pegado.

Pero muchos padres se preocupan cuando sus hijos, o alguno de los hermanitos en casa siempre suele adoptar una posición de inferioridad ante el conflicto.

¿Cómo les ayudamos? Lo primero es no inculcar en ellos el ojo por ojo y diente por diente. “Tu defiendete y si te pegan pega”.

Si les enseñamos eso sólo generaremos más violencia. En estos casos debemos estar especialmente alerta.

Cuando los niños estén calmados podemos proponer algún juego grupal en que el niño tome protagonismo o lleve la voz cantante. Es una forma de darle este rol y que se acostumbre a él en situaciones de juego.

Por supuesto, siempre debemos animarles a exteriorizar sus sentimientos, ponerles nombre y que aprendan a dialogar y negociar para que equilibren sus posiciones y no haya dominantes y sumisos.

Fuente: PEQUEfelicidad

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